Published On: Tue, Feb 19th, 2013

Rafael Correa: muchas más luces que sombras

President Rafael Correa

A guest piece by Jerónimo Ríos Sierra

El éxito del resultado electoral de Rafael Correa, con casi un 60% de respaldo electoral no hace sino suponer un paso adelante en el proceso de transformación del Estado ecuatoriano y la “revolución ciudadana” iniciada en 2007.

Desde ayer, Correa tiene cuatro años por delante para profundizar las líneas de un gobierno que ha conseguido hacer crecer su economía a un ritmo medio del 5%, a la vez que ha reducido un 27% la pobreza del país. Todo, desde una profunda transformación social que imbrica interculturalidad con inclusión política, económica y laboral.

Así, las cifras hablan por sí solas. Durante el gobierno de Correa, se ha conseguido reducir la pobreza en un 40% dentro del seno de las poblaciones vulnerables indígenas y afrodescendientes. Asimismo, el desempleo se ha reducido notablemente, pasando de casi un 9% en 2006 hasta presentar en la actualidad, según la Organización Internacional del Trabajo, registros próximos al pleno empleo (5%). De igual forma, la desigualdad, expresada en el índice de Gini, por ejemplo, se redujo de un coeficiente de 0.54 en 2006 a 0.46 en 2012.

En su proyección exterior, en el gobierno de Correa se observa un claro posicionamiento crítico con el sistema internacional actual, y dentro del cual cabe alinear a buena parte del continente latinoamericano. Así, por un lado, aboga por romper con las instituciones herederas de Bretton Woods – Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial- que tan dañinas han sido a través del Consenso de Washington para los intereses de América Latina. Por otro lado, apuesta por consolidar y profundizar los escenarios de interlocución propios del continente, como Unasur o Celac; todo ello, desde un protagonismo político creciente y una perfecta relación diplomática con los gobiernos de diferente signo ideológico de la región.

Sin embargo, pese a lo señalado, quedan muchos retos por abordar. Así, es necesario profundizar la transformación social del Estado, y reducir los niveles de inseguridad y corrupción que, no obstante, son una constante en el continente latinoamericano y no deben constreñirse en exclusividad como responsabilidad del mandato de Correa.

Quizá, el más importante de tales desafíos pasa por superar la mayor contradicción discursiva del dirigente ecuatoriano, y que tiene que ver con la consolidación de un modelo económico de megaminería desarrollista y dependiente del petróleo.

Es decir, la narrativa de un marcado discurso anti-neoliberal no se corresponde con la práctica, habida cuenta de la persistencia de un modelo primario, extractivo y exportador que se torna como la principal amenaza ambiental, social y cultural del país, y que ya le ha supuesto una crisis importante en su gabinete de gobierno. Es por ello que resulta necesaria al respecto la exploración de fórmulas alternativas de desarrollo que, verdaderamente, armonicen práctica y retórica.

Sea como fuere, el resultado de todo es que el mandato de Correa al frente de Ecuador, en estos años, arroja muchas más luces que sombras. Luces que no son más que el resultado de una izquierda que en América Latina, en general, presenta una fuerza discursiva y transformadora que dista mucho de la acontecida en Europa, decrépita, carente de discurso y convicción y sin capacidad alguna ni atisbo, hasta el momento, de reconversión.

Jerónimo Ríos Sierra es Analista Político e Investigador en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid.

This article appeared first in El Espectador

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