Published On: Mon, Oct 8th, 2012

Venezuela: del despotismo a la tiranía electoral

Guest post by Javier Loaiza

Democracia sin libertad no es democracia. Es una farsa electoral. La democracia no se puede basar en la amenaza, el miedo, el engaño, el abuso de poder.

Democracia sin reglas claras para la participación de los electores no es sino tiranía. En democracia se requieren reglas ciertas para resultados inciertos; en despotismo, dictadura y tiranía, lo contrario, reglas inciertas para resultados ciertos, preestablecidos, predefinidos.

Lo que acaba de ocurrir en Venezuela, la farsa electoral, no es democracia como salieron a pregonarlo los voceros del régimen autocrático, es abuso de poder, violación del Estado de Derecho, los Derechos Humanos, de los más elementales principios del constitucionalismo moderno.

Chávez hasta ayer era un déspota, que hacía todo lo posible por convertir a los ciudadanos en súbditos. Hoy es una auténtico tirano a la medida de los peores mandarines de hace 30 siglos.

El despotismo se diferencia de la dictadura en la legitimidad de origen. Hoy es totalmente espurio, ilegal, ilegitimo, así periodistas despistados, “acompañantes” de Unasur y otros tantos voceros de la tiranía salgan a llenarse la boca con que en Venezuela hay democracia.

Lo que quedaba de democracia, ayer fue liquida. No es sólo el 80% de participación lo que determina la democracia. Es la transparencia de los métodos, del uso de los recursos. La democracia no se resume en el acto mecánico de votar y un conteo amañado de los votos. En todos los Estados, salvo Táchira, Mérida y Miranda se consolidó el fraude del tirano, desde ya se avizora lo que quieren hacer en diciembre y abril próximos en la elecciones regionales y locales.

Los hechos que configuran el abuso de poder están por miles: Uso excesivo de medios de comunicación del Estado a favor del tirano, despilfarro de los dineros del Estado a favor del tirano, permanente y constante amenaza a la integridad de quienes no votaran por el tirano , atropello y maltrato a los opositores al tirano, intimidación diaria y sistemática de los ciudadanos para que votaran por el tirano o se abstuvieran de votar, amenazas de guerra civil si no ganaba el tirano, convocatoria a la lucha armada para defender la “revolución” en caso de que perdiera el tirano, descalificación grosera y racista de los opositores por parte del tirano, declaraciones de comandantes de la FNA señalando al opositor de querer desarticular la fuerza armada si no ganaba el tirano, cierre de puestos electorales y toda la suerte de restricciones al libre ejercicio del voto ordenados por el tirano, sospechosa lentitud del proceso de votación, control de las elecciones por subordinados del tirano, proceso electoral centrado en un CNE controlado por el tirano, no aceptación de observadores internacionales que revisaran todo el proceso incluido el día electoral y la decisión del tirano de solo recibir “acompañantes” el día de elecciones, escogidos por sus amigos de Unasur, palpable y cínica alegría de la vocera y demás “rectores” al anunciar el triunfo de la “democracia” a favor del tirano… en fin.

La democracia formal, el método “democrático” para escoger los gobernantes, exige reglas transparentes. El simple rito de elegir, en forma libre, permitiría afirmar que  en Venezuela hubo elección democrática, no que hay democracia.

La democracia no se agota en las elecciones. Se configura en el ejercicio diario y no la hay si se atropella el Estado de Derecho, sin libertades públicas y respeto por los Derechos civiles, los Derechos Humanos, sin equilibrio de poderes, sin oportunidades para la oposición ni opciones para la rotación en el poder, ejercido el gobierno mediante el abuso de los recursos económicos para comprar y hacer dependientes del paternalismo gubernamental a los más podres –según estimaciones, más de una cuarta parte de los venezolanos, por lo menos siete millones, que serían su “voto duro”, consideran que no necesitan trabajar, cultura que el tirano ha ayudado a profundizar y agravar-.

No hay pues, desde anoche en Venezuela ningún tipo de democracia, ni siquiera formal. Se instauró una nueva forma de tiranía, la electoral. Un abuso de la regla de las mayorías  que no representa apenas una cuarta parte de los 28 millones de venezolanos.

Bien. No todo es tan oscuro. La buena noticia es que la cara del tirano quedó develada. Obvio que los tontos y sus súbditos no lo verán, “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. Y ayer, más del 50% de los electores, seguramente alrededor de nueve millones de venezolanos abrieron los ojos. Se dieron cuenta que el tirano es derrotable, que su pico de mayor éxito hace rato empezó a caer y que va en caída hacia abajo, que de más del 70% de las anteriores elecciones, en la farsa de ayer, solo le pudieron sumarle mediante el engaño un poco más de la mitad de los votos, un poco más de siete millones de votos.

La buena noticia es que la gente de Venezuela aprendió que los tres puntos fuertes del tirano son enfrentables, que al uso de la fuerza, el miedo y la intimidación, al abuso de los recursos del Estado, y al monopolio de los medios de comunicación, se les derrota no poniéndose en el mismo nivel, sino usando las herramientas de la ciudadanía activa, la resistencia pacífica, la comunicación boca a boca (apoyados en las nuevas tecnologías), la capacitación y la solidaridad internacional, tal como hace apenas un año sucedió en los países de la llamada “Primavera Árabe”.

Al tirano, si su estado de salud o su esquizofrenia no lo sacan del juego antes, lo harán su incompetencia y el aburrimiento de los venezolanos con la confrontación y el abuso del poder, de un lado, sumado a la unidad y espíritu libertario de los venezolanos.

La cuenta regresiva se activó. El final está cerca.

Javier Loaiza es el editor de la revista Nueva Politica y Director de la Escuela de Gobierno Tomás Moro. Javier, es Consultor, investigador, analista político, conferencista internacional, y fue asesor del secretario privado en la Presidencia de Andrés Pastrana

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